21 de mayo de 2015

¿Bachillerato con tutoría?

(Publicado en Escuela el 21  de mayo de 2015)

Situar la tasa de abandono escolar temprano por debajo del 15 % en 2020 es un objetivo prioritario del sistema educativo español. La estrategia del gobierno para ese propósito es desviar a muchos jóvenes hacia itinerarios no académicos en la ESO e intentar que aumenten los niveles de ingreso (¿y titulación?) en la formación profesional en relación con el bachillerato.

La eliminación en la LOMCE de las tímidas medidas flexibilizadoras que la LOE había introducido en el bachillerato (por ejemplo, la posibilidad de que quienes hubieran aprobado cinco o seis materias de primero no tuvieran que repetirlas) y los cambios en las condiciones de titulación (por ejemplo, la evaluación final con prueba externa obligatoria sobre ocho materias de los dos cursos -ahora la PAU solo obliga a examinarse de cuatro de segundo-) son buena prueba de que los actuales responsables educativos no consideran un progreso social que lleguen más jóvenes a la educación superior.

Aunque cada vez son más los alumnos que cursan Formación Profesional de Grado Medio (en el curso pasado 353.533), los que optan por Bachillerato siguen siendo casi el doble (698.057 el curso pasado), con lo que la reducción del abandono escolar temprano dependerá en gran medida de lo que suceda en esa etapa. Y cambios como los señalados no auguran nada bueno.


Algunas comunidades autónomas que ya tienen un nivel de abandono escolar temprano inferior al pretendido en España para 2020 se han venido caracterizando en estos años por no descuidar la acción tutorial en el bachillerato y favorecerla con medidas tan simples y eficaces como mantener la hora lectiva semanal con el grupo de alumnos en los dos cursos. Facilitar la atención a la diversidad y la acción tutorial en la ESO y usar estrategias análogas en bachillerato son algunas de las claves para resistir mejor las tensiones desescolarizadoras en esas edades.

No parece necesario insistir en la importancia de la hora de tutoría para el seguimiento individual, para la orientación hacia los estudios posteriores, para la coordinación de agendas de exámenes, para la llegada a las aulas de iniciativas externas de enorme valor y hasta para la muy importante catarsis grupal. Especialmente en una etapa en que se han incrementado notablemente las ratios, y más acusadamente en los centros públicos con la incorporación de alumnos que dejan los centros privados tras las etapas concertadas.

De hecho, la orientación educativa y la acción tutorial están teniendo una presencia creciente también en la formación universitaria. Así que sería bastante incoherente y muy nocivo dejar como excepción y casi a la deriva al bachillerato si se confirma la tendencia a destacar en los decretos las bondades de la acción tutorial pero hacerla imposible en la práctica al no reservarle tiempo en el horario de los alumnos.

La intensificación curricular y las presiones de los gremios son, paradójicamente, los argumentos que se dan para prescindir de esa hora lectiva. Pero la tutoría se hace precisamente más necesaria en cursos con ocho o más materias, con currículos prescritos por acumulación sedimentaria y con culturas docentes notablemente balcanizadas.

El fantasma de la prueba externa es el que lleva a los responsables de algunas Administraciones a no quitar ni un minuto de las materias que formarán parte de ella. Pero no caen en la cuenta de que, sin el adecuado apoyo tutorial, muchos alumnos no llegarán a esa prueba. De poco valdrán más horas semanales de las materias que generan más fracaso escolar si es a costa de prescindir precisamente del tiempo de la acción tutorial, justamente el que en los últimos veinticinco años se ha demostrado fundamental para su reducción.

En todo caso, si algunas Administraciones dejan al bachillerato sin horas semanales de tutoría, quizá los propios centros deban replantearse el reparto final de los horarios y, superando las lógicas taifales, poner el bien común de los alumnos por delante de los beneficios particulares de las disciplinas y los gremios. Conviene recordar que según el artículo 6 de la LOMCE corresponde a las Administraciones educativas “fijar el horario lectivo máximo correspondiente a los contenidos de las asignaturas del bloque de asignaturas troncales”, pero es competencia de los centros “determinar la carga horaria correspondiente a las diferentes asignaturas”. Así que ya sabemos quiénes pueden quitar los interrogantes al título de este artículo.

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